Construyamos una ciudad con una torre que llegue hasta el cielo. Así nos haremos famosos, y no nos dispersaremos por todo el mundo.
Confundamos ahí mismo su lengua, de modo que no se entiendan los unos a los otros. Así Yahvé los dispersó sobre la superficie de la tierra, y dejaron de construir la ciudad.
Génesis 11,4.7 y 8
Desde siempre hubo gente,
gente poderosa e inteligente,
gente dispuesta a construir ciudades,
ciudades con murallas y torres,
torres para ver quién entra
y quién no debe entrar.
Desde siempre hubo gente,
gente poderosa e inteligente
con ansias de imponer su cultura,
su tradición y visión del mundo a todos.
Gente que imagina el mundo desde su pequeñez que le tienen miedo a la diversidad.
A pesar de ellos,
surgen sencillos soñadores
que se resisten
a hablar el “lenguaje” de los poderosos,
que le cantan al Dios de la vida, con toda su fuerza.
Disfrutan del canto de los sufridos y oprimidos.
Cantos en otros idiomas, pero con el mismo “lenguaje”.
Canciones que los poderosos y dominadores no entienden.
Juan Pedro Schaad
Génesis 11,1-9