Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque él se interesa por ustedes.
1 Pedro 5,7
¡Shalom, hermana! ¡Shalom, hermano!
“Dejen todas sus preocupaciones a Dios” es un consejo que Pedro da a los más jóvenes, pero es un consejo válido en todo tiempo y para toda edad porque si hay algo que aun siendo mayores se tiene es preocupaciones. Cuando somos jóvenes nos preocupamos por nosotros y el mundo; de mayores la preocupación es por los hijos, nietos y el mundo. He comprobado que dar lugar a la preocupación estimula la aparición de miedos y los miedos nos paralizan. También que el vivir preocupados por el porvenir nos roba la alegría del momento, del día a día. Por eso, querido lector, este fin de semana te invito a soltarte y experimentar lo bello de la vida en la sonrisa de un niño, en el coraje de un joven, en la fuerza de un adulto o en el consejo de un anciano. Ríete, baila, canta, sé positivo, alaba a Dios con tu alegría y entusiasmo, enciende una vela que disipe la oscuridad que quiere tomar cuenta en tus pensamientos y en tu corazón porque Él se interesa por nosotros. Enciende la vela de la Palabra de Jesús “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, tendrá la luz que le da vida, y nunca andará en la oscuridad” (Juan 8:12).
El mismo Dios que en su gran amor nos ha llamado a tener parte en su gloria eterna en unión con Jesucristo nos hará fuertes y seguros. Resistan firmes en la fe.
“Quédate con nosotros, Señor de la justicia, (…)
no dejes que la noche nos sorprenda sin Ti.” Amén.