…y recibieron el mensaje con la alegría que el Espíritu les daba en medio de grandes sufrimientos.
1 Tesalonicenses 1,6b
Dicen que anunciar la Buena Noticia del Evangelio, evangelizar, debería dar lugar a la misma alegría que se produce cuando una persona muerta de hambre le cuenta a otra que también lo está, dónde hay una montaña de comida. Cuando eso ocurre, ambas personas se alegran.
Y la alegría se contagia, corre, crece, se multiplica. La alegría se nota en los rostros, los cuerpos, en las actitudes, en las maneras de encarar la vida.
La comunidad de Tesalónica recibió con alegría el Evangelio aún en circunstancias cargadas de sufrimiento. Y su alegría se contagió a otras. Es el mismo apóstol Pablo quien en la carta dice: “A partir de ustedes la Palabra del Señor, no sólo se difundió en Macedonia y Acaya, sino que a todas partes llegó la fama de su fe en Dios (1 Tesalonicenses 1: 8).
Estimada hermana, estimado hermano: ¿Qué te produce escuchar la Buena Nueva del Evangelio, de la aceptación incondicional, de la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte; de la presencia del Reino de Dios en medio nuestro? Si te produce satisfacción, plenitud, fortaleza, alegría; nuevas perspectivas de vida más liberadas, menos exigentes y misericordiosas, más solidarias con las demás personas y con toda la creación, entonces no dudes ni un momento en salir a compartir y contagiar. Porque hay muchas personas más que necesitan de lo mismo: muchas personas que necesitan edificar sus vidas y darles un sentido más humano y ecológico.
¡Anímate a compartir! Estoy seguro que encontrarás en tu comunidad una manera de hacerlo. Amén.
Leonardo Schindler