Pues si la muerte reinó como resultado del delito de un solo hombre, con mayor razón aquellos a quienes Dios, en su gran bondad y gratuitamente, hace justos, reinarán en la nueva vida mediante un solo hombre, Jesucristo.
Romanos 5, 17
En una sociedad en donde todo tiene un costo, cuesta pensar en algo realmente gratis.
Cuando compramos un producto que nos informa que recibimos gramos o decilitros gratis, sabemos que en la oferta están incluidos. Lo que se distribuye en forma gratuita o es una promoción o algo busca a cambio. Ni hablar de los gobiernos con sus planes y asignaciones, siempre detrás de ese gesto, que se ve generoso, está la intención de conseguir votos a favor.
Por eso nos cuesta tanto entender la gracia de Dios, esto es su amor gratuito hacia nosotros, que nos ha creado sin otra intención que compartir su amor con nosotros y toda su creación. La vida y todas sus bendiciones, la naturaleza maravillosa que nos sorprende a cada momento, todo eso, Dios nos lo da sin pedir nada a cambio. No nos exige sacrificios por ello, sólo agradecimiento, que no nos cuesta absolutamente nada y no requiere de nosotros ningún esfuerzo.
Si a eso le sumamos que envió a su Hijo al mundo para derrotar al pecado y a la muerte, a quien nosotros mismos como humanidad le abrimos la puerta, ya no podemos entender semejante amor desprendido.
Pero, así es, Dios envió a Jesucristo para nuestra salvación, para liberarnos de nuestras propias ataduras, y vivir así de una forma auténtica, fieles a nosotros mismos y a Dios. ¿No es maravilloso? Un buen motivo para aprovechar este día que estás viviendo agradeciendo a Dios.
Estela Andersen