Después de la muerte de Gedeón, los israelitas volvieron a prostituirse ante los Baales y tomaron como dios a Baal Berit. Así se olvidaron del Señor, su Dios, que los había librado de todos los enemigos de alrededor.
Jueces 8,33-34
Cuando el agua nos llega al cuello. Cuando nos aprieta el zapato. Estamos en apuro. ¡Clamamos a Dios por ayuda, por un milagro! El resto del tiempo es el GRAN OLVIDADO.
Necesitamos el ritual, que nos permite traer a la memoria las obras de Dios en nuestra vida personal. Volver a celebrar el perdón, su providencia, su presencia constante.
El culto, el devocional diario, es ese espacio donde los hechos pasados son re-significados dando luz, claridad, a nuestro presente.
No comprender el ritual, menospreciar el culto de obsoleto, innovar todo el tiempo dejando de lado su ritmo propio, es correr el riesgo de ponernos en el centro a nosotros dejando de lado la obra de Dios a quien celebramos. Volver a sentir que Dios camina junto a nosotros. Que Él está en medio nuestro y que derrama su amor incondicional cada día.
Al recordar los misterios de tu pasión y muerte, Señor, conmemoramos que hemos sido redimidos, somos salvos y liberados una vez y para siempre del poder de nuestros enemigos. Amén.
Sergio López
Jueces 8,22-35