El pueblo de Israel recibió la ley por medio de los sacerdotes levitas… Jesús es… el Sumo Sacerdote que necesitábamos…
Hebreos 7,11.26
Esta argumentación es difícil de entender para nosotros, pues para la sociedad actual el concepto de sacerdocio está muy desprestigiado a raíz de noticias aberrantes de delitos cometidos por líderes de todas las religiones.
Aquí se habla en términos de ritos y ceremonias olvidados o extraños en la actualidad. Así el autor contrapone el sacerdocio levítico al sacerdocio de Jesucristo.
El primero se basa en la genealogía y la Ley (v. 12), tiene en cuenta elementos puramente humanos (v. 16), son hombres imperfectos (v. 28), que tienen que ofrecer sacrificios antes que nada por sus propios pecados (v. 27).
El sacerdocio de Jesucristo supera la Ley, es perfecto (v. 28), santo y sin pecado (v. 26), salva para siempre a los que se acercan a Dios por medio de él (v. 25).
Más allá de estas consideraciones tan teológicas y abstractas, pienso en la sencillez de la predicación de Jesús, su cariño a los niños, respeto y defensa de las mujeres, su misericordia por los enfermos y débiles, su integridad y justicia.
Por eso es indignante ver cuando salen impunes los líderes de nuestros días que se aprovechan de su lugar de poder para cometer abusos y llevar una vida no acorde al título que ostentan.
Jesucristo ayer, Dios crucificado, Jesucristo hoy, hombre solidario, Jesucristo aquí, fiesta y alabanza, Señor de esperanza, Jesús, salvador. (Canto y Fe Nº 209)
Patricia Haydée Yung
Hebreos 7,11-28