Sábado 26 de agosto

Así también nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo.
Romanos 12,5a

Un director de coro contó que en una ocasión debió reemplazar al director de una orquesta, él nunca antes había dirigido una orquesta. Antes del primer ensayo, los músicos de la orquesta se prepararon para darle una “bienvenida especial” a este director interino con una prueba. Se pusieron de acuerdo en que uno de los violines tocaría, en algún pasaje de la obra, algunas notas que no estaban escritas en la misma. Llegó el día del primer ensayo. El director tenía ante sí a la orquesta y sobre el atril decenas de hojas inmensas conteniendo la partitura. Comenzó a dirigir la batuta y después de unos cuantos compases, el hacedor de la “prueba” tocó lo suyo. Al momento nuestro amigo, que había estudiado rigurosamente la línea de cada uno de los instrumentos, detectó entre los más de 80 que sonaban a la vez, a quien no estaba sonando como debía. Detuvo el ensayo y llamó la atención sobre el “error”. Luego reanudó el ensayo sin dificultad y como si nada hubiera ocurrido. El director interino había pasado la prueba.

En la iglesia y en nuestra vida, muchas veces ponemos a prueba a Cristo. Tocamos “otras notas” y eso se puede escuchar, ver y sentir. Abandonamos la armonía y la belleza de la unidad que nos trae tantas bendiciones. Pero Jesús detiene “la música” y nos señala con amor y paciencia que somos hijas e hijos de Dios y no podemos “tocar” algo que no suene según lo que Dios ha puesto en nosotros, lo que hemos aprendido de Él y podemos entregar para su obra. Amén

Delcio Källsten

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