El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.

Hebreos 1,3

Este es un texto que busca describir la grandeza de nuestro Señor, que acaba de nacer: Dios Todopoderoso vino como un ser humano para enseñarnos. Aun así, a veces no logramos entender de qué se trata todo esto. “Jesucristo es el resplandor de su gloria” pero tan grande es esta gloria que a veces no podemos comprenderla.

Esto recuerda una señora que una vez dijo que muchas personas ven a la Biblia como un sol, y que “todos miran hacia el sol, pero al fin no ven nada” ya que el sol tiene mucha luz y los encandila.

Lo mismo pasa con la revelación de nuestro Dios todopoderoso, frente a nosotros, seres limitados. En nuestra ambición de atrapar todo con nuestra mente, vemos que nos quedamos cortos frente al misterio de la revelación.

El Cristo que ha venido en su gloria y majestuosidad, es semejante al sol. Mirar directamente al sol nos encandila, pero no así si nos concentramos en recibir esta luz y sentir este calor para nuestros días. Cristo ha venido para darnos luz y protegernos de la oscuridad, para alumbrar nuestro camino y nuestros pasos, para que podamos tener nuestras vidas iluminadas por Él y así sentir su calidez.

Ayúdanos Señor a que busquemos sentirte y que no nos perdamos en el intento de comprenderte. Amén.

Jhonatan Schubert Dumke

Hebreos 1,1-4 [5-12]

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