Pero tú, hombre de Dios, huye de estas cosas y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre. Presenta la buena batalla de la fe, aferrate a la vida eterna. (…) A los ricos de este siglo mándales que (…) hagan el bien, y que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos; (…) que se aferren a la vida eterna.
1 Timoteo 6,11-12. 17-19
En la versión Dios Habla Hoy, el versículo 12 dice: “Pelea la buena batalla de la fe; no dejes escapar la vida eterna”. Si estás angustiado, triste, desganado por algún duelo que estés viviendo, ya sea material, espiritual o emocional, ¡no bajes los brazos! No te desanimes aunque las noticias sean desalentadoras. Aférrate a Dios y lucha tu batalla con Él.
Aférrate a la vida eterna, aquella que trasciende todas las fronteras y que perdura incluso cuando parece imposible. Deja este testimonio a aquellos que te observan, a aquellos que te escuchan.
Que puedas vivir cada día dejando huellas de amor en lugar de cicatrices de dolor y sufrimiento. La vida no se trata de acumular riquezas materiales, fama o seguidores. El don que Dios nos da, la vida, está destinado a ser compartido y disfrutado al hacer el bien, iluminados por la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre.
Permite que Dios te guíe cuando estés desorientado
permítele ser la luz en tu oscuridad,
los brazos que te sostienen,
la mirada que te anima.
Déjalo hacer su parte,
no intentes tener todo bajo control porque es imposible.
Lucha la buena batalla aferrándote a Él.
Da testimonio de tu fe con todo tu ser.
¡Que Dios te bendiga!.
Patricia Roggensack