Dios respondió a Salomón: “Puesto que este ha sido tu deseo, y no has pedido ni riquezas, ni bienes ni honores, ni la muerte de tus enemigos, ni tampoco una larga vida, sino sabiduría y conocimiento para poder gobernar a tu pueblo, del que te hice rey, te concedo sabiduría y conocimiento y además te concedo riqueza, bienes y honores.
2 Crónicas 1,11-12a
El cronista se esfuerza por dejar en claro la sabiduría y justificación del poder y riquezas conseguido por el rey Salomón. Según el relato Dios concede finalmente al rey aquello que no consideraba prioritario.
El problema de la monarquía es fuertemente discutido en la Biblia, podemos afirmar que desde que el pueblo hebreo reclamó a Dios que quería un rey como los pueblos vecinos tenían y alcanzaban esplendor y poder; hasta la proclamación del reino de Dios por parte de Jesús y sus discrepancias con Juan el bautista, el reino es un tema preponderante. Es uno de los temas más políticos de la Biblia. El tema es qué tipo de gobierno o reinado es más afín a la voluntad de Dios.
Por cierto, nuestros reformadores, Lutero y Calvino resolvieron el dilema de una manera muy particular. Separaron teológicamente el reino de la tierra y elevaron el reino de los cielos, como dos entidades diferenciadas. Y eso tuvo sus consecuencias históricas marcadas. Si el Pontífice romano era heredero de las llaves del Reino terrenal y celestial, por lo contrario desde un punto de vista protestante, era la iglesia, como comunidad de los santos y como asamblea, quien dictaba las normas religiosas con un sentido político también. Calvino en Ginebra quiso llevar a cabo con el poder del Consistorio, un modelo de ciudad de Dios. Podemos afirmar que ese concepto teológico protestante del reino de Dios en la tierra, tuvo algo que ver con el advenimiento de las democracias modernas. Claro que las democracias cada vez más tratan de alejar a Dios (o a las iglesias) de su poder. Lo cierto es que tal vez el relato del cronista sobre la voluntad política de Dios para con el rey, ayude a desenmascarar el grave problema del uso del poder desde siempre. Antes de pensar en el poder, la riqueza, la prosperidad y el honor, debes pensar en gobernar con sabiduría, conocimiento y justicia a tu pueblo.
Señor, danos buenos gobernantes que pongan a la gente como su prioridad. Amén.
Rubén Carlos Yennerich Weidmann
2 Crónicas 1,1-17