Y que el Señor los haga crecer y tener todavía más amor los unos para con los otros y para con todos, como nosotros los amamos a ustedes. Que los haga firmes en sus corazones, santos e irreprochables delante de Dios nuestro Padre.
1 Tesalonicenses 3,12-13a
A veces me oigo diciendo esas palabras: “Es así, no va a cambiar… ya no hay nada que hacer”. Pero cuántas veces las he escuchado antes. Es interesante que Pablo, aún sabiendo que las comunidades que acompañó no eran perfectas, reconoce en este fragmento que ya están viviendo en amor y les pide a través de sus palabras que Dios los ayude a seguir creciendo.
Suena diferente, ¿verdad? Estoy seguro de que todavía estamos en camino y ninguno/a de nosotros/as ha alcanzado la meta. Estamos en un viaje de la mano de Dios, pero aún hay mucho en lo que debemos seguir creciendo y acercándonos al gran deseo de Dios para nosotros y nosotras: vivir una vida en amor mutuo.
En ese sentido, tal vez deberíamos considerarlo de esta manera: ¿Y si somos nosotros/as mismos/as los/as que decimos: “Ya no voy a cambiar… no hay nada que hacer”?
Hoy les deseo, por un lado, la mirada compasiva tanto para los y las demás como para nosotros/as mismos. Una mirada que, aunque reconozca lo que nos falta, no cierre las puertas para recorrer un camino en el que podamos crecer juntos y juntas en el amor mutuo.
Pidamos a Dios también que nos ayude en ese camino y que con su presencia y por medio de su Palabra, vaya transformando nuestra vida de acuerdo a su voluntad.
Dios así nos lo conceda. Amén.
Christian Stephan