Pues Dios, según su bondadosa determinación, es quien hace nacer en ustedes los buenos deseos y quien los ayuda a llevarlos a cabo.
Filipenses 2,13
No hace falta ser cristiano para discernir entre lo que está mal y lo que está bien. ¡Cuántas personas conocemos que no son creyentes y tienen un buen comportamiento!, incluso mejor que aquellas personas que dicen ser cristianas.
No todo cristiano es discípulo de Jesús, pero sí todo discípulo es cristiano. Jesús nos llama a que seamos sus discípulos y no tan sólo creyentes. Creyentes hay muchos, discípulos pocos.
La diferencia radica en que el discípulo reconoce que esos buenos deseos vienen como consecuencia de su fe depositada en el Salvador. Por lo tanto, el discípulo discierne entre lo que está mal y lo que está bien a luz del Evangelio.
Fíjense que para nosotros, los cristianos, el bautismo es más que un ritual. Es esa vocación para el discipulado. Por medio del bautismo, Jesús nos llama y nos prepara para el servicio y para el discipulado. Jesús busca vidas rendidas a Él. Busca a personas que quieran crecer y madurar espiritualmente. Las personas bautizadas están llamadas a no dejarse dominar por el pecado, sino a ser libres en Jesús. Están llamadas a practicar la compasión, la empatía, la solidaridad, etc. Están llamadas a vivir una nueva vida en Jesús. Te propongo que salgamos de nuestro “confort espiritual” y sigamos con un corazón rendido al Maestro.
Maestro, enséñame a no buscar querer ser consolado, como consolar; ser entendido, como entender; ser amado, como amar. (Canto y Fe N° 297).
Torres Emiliano