…porque tuvo fe en Dios, y por eso Dios lo aceptó como justo.

Romanos 4,13

“Relájate…Tranquilo”. Dios prometió a Abraham y a sus descendientes que recibirían el mundo por herencia. Esta promesa Dios se la hizo por su fe y sigue en pie para nosotros.
Somos justificados por nuestra fe en Jesucristo y no por las obras que hacemos.
Nací y crecí en el campo, cuando buscaba a mi madre que atendía los animales solo escuchaba de dónde venían los cantos con los cuales glorificaba a Dios y sabía en dónde encontrarla. A lo largo del día dedicaba tiempo para el Señor. Disfrutaba de los momentos a solas con Él. Reflejaba una fe viva que iluminaba su rostro y llenaba su corazón de paz y alegría. Su vida no fue fácil, pero con Dios sobrellevaba todo con alegría. Ella sabía que Dios iba en su mismo caminar y que podía contar con él siempre.
Ahora bien ¿cómo vives tu fe? Cuando pones toda tu fe en Dios él pone todas las bendiciones en tu vida. La fe nos lleva a hacer las buenas obras. Esas obras en la que brindas tu ayuda por compasión y amor, tiendes la mano al necesitado, alientas al desesperanzado, cuidas con amor a los tuyos y mantienes una relación íntima y profunda con el Señor. Ese es el mejor testimonio de que Cristo vive en ti y junto a ti.
¡Convéncete!, las buenas obras que nacen por añadidura de tu fe siempre glorifican a Dios y Él declara como justo a quien obra por fe. En definitiva, no eres tú, sino que es Dios en ti quien se hace presente en las obras que realizas.

Amalia Elsasser

Romanos 4,3-17

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