Quitaron la piedra, y Jesús, mirando al cielo, dijo: “Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por el bien de esta gente que está aquí, para que crean que tú me has enviado.” Después de decir esto, gritó: “¡Lázaro, sal de ahí!” Y el muerto salió, con las manos y los pies atados con vendas y la cara envuelta en un lienzo. Jesús les dijo: “Desátenlo y déjenlo ir.”

Juan 11,41-44

El Señor hace este milagro para que los allí presentes tengan fe y crean en la resurrección.
Comparto contigo unos versos de autor desconocido que llevan por título: “De nuevo hay que levantarse.”
Cuando todas mis fuerzas quieren despertar, cuando no puedo más, cuando mis lágrimas cayeron ya, cuando no sé llorar, antes de escuchar mi grito final, una voz me dice que de nuevo hay que levantarse y andar.
Cuando nada ni nadie parece importar y todo me da igual, cuando no me queda sitio para respirar, cuando no creo más, antes de correr, antes de escapar, una voz me dice que de nuevo hay que levantarse y andar.
Hay que llegar al fondo y resurgir, hay que morir mil veces y empezar. Una voz me dice: vamos a vencer. Una voz me grita: tengo que creer. Una voz me alienta: ya no hay que temer y todo mi tiempo quiere florecer.
Hay que llegar al fondo y resurgir, hay que morir mil veces y empezar. Una voz me dice: hay que despertar. Una voz me grita: no mirar atrás. Una voz me alienta: vamos a empezar.
Una voz me invita: a resucitar. Amén.

Carlos Abel Brauer

Juan 11,28-45

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print