Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando; pero alguien testificó en cierto lugar, diciendo: ¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites? Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le coronaste de gloria y de honra, Y le pusiste sobre las obras de tus manos.
Hebreos 2,5-7

¡Maravillosas son tus obras Señor! Nos has colmado de dones, mostrándonos tu gracia, amor y fidelidad para con toda la creación.
Todo lo que somos, todo lo que tenemos viene de ti. Tú, creador del cielo y de la tierra y de todo lo que hay en ellos. Nuestras vidas están en tus manos. Gracias Señor por tu fidelidad. Gracias por que nos indicas el rumbo seguro en medio de nuestras tormentas y no nos abandonas en la aflicción. Gracias, porque cada día podemos renovar nuestras esperanzas sabiéndonos amados y amadas por ti.
Cuán grande es el amor de Dios, Padre y Madre, que podemos considerarnos Sus hijos e hijas, preciosos ante sus ojos y amados incondicionalmente. Para Dios, cada uno de nosotros es valioso y único, fruto de su amor incondicional.
Cuán grande es el amor de Dios, padre y madre, que podemos considerarnos sus hijos e hijas, preciosos ante sus ojos, amados incondicionalmente. Para Dios, cada uno de nosotros y nosotras, somos valiosos y únicos, fruto de su amor incondicional. Qué bendición es sentir la acción de Dios en mi vida y también reconocer que podemos ser instrumentos de su amor. Como afirma la pastora Nadia Bolz-Weber: “nuestra espiritualidad se fortalece cuando nos damos cuenta que Dios ha obrado algo hermoso a través de mí”.
Gracias, Señor, porque si ya habíamos sido coronados de honor y gloria desde el momento en que insuflaste Tu aliento de vida, aún más hemos sido bendecidos con la venida de Cristo Jesús, Tu Hijo. Él, después de Su muerte en la cruz y su resurrección, fue exaltado y glorificado, y le otorgarás el señorío en el reino venidero.

Sergio Utz