Pedro comenzó a decirle (a Jesús): “Nosotros hemos dejado todo lo que teníamos, y te hemos seguido”.

Marcos 10,28

Continuando con el tema de la reflexión de ayer, en que un rico es invitado a entregar sus bienes a los pobres, hoy el versículo se dirige al círculo más estrecho de Jesús.

¿Qué es lo que los discípulos habían dejado?

Dejaron sus bienes materiales representados por los campos y sus oficios; y las relaciones familiares representadas por los hermanos, los padres y los hijos. Jesús pide una entrega total porque no trabajamos para nosotros sino para él.

Sin embargo, algunos han hecho de la predicación un negocio muy jugoso para vivir. Algunos acumulan casas, autos, cosas materiales gracias a la predicación; otros acumulan afectos, seguidores, y aplaudidores. En estas personas parece que se cumple aquello de que recibirán en esta vida cien veces más de lo que tenían al principio.

Pero, con ésta prédica han modificado el sentido de la invitación de Jesús al seguimiento.

Aquella o aquel que elige en su vida caminar con Jesús, luego regresa a su entorno de otra manera, transformado. Con Jesús aprende a valorar las cosas, a su familia y a él mismo de otra manera. Si antes se dejaba llevar por la cantidad, ahora será a partir de la calidad. En ese sentido no se trata de una renuncia al mundo sino de una valoración. Todo recibe un nuevo y rico sentido, gracias a que ahora vemos las cosas a partir de la perspectiva de Dios.

Jesús, yo he prometido servirte con amor, concédeme tu gracia, mi amigo y salvador. No temeré la lucha si tú a mi lado estás, ni perderé el camino si tú guiando vas. (Canto y Fe Nº 305)

Bruno Knoblauch

Marcos 10,28-31

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