Sábado 6 de diciembre

 

Acéptense los unos a los otros, como también Cristo los aceptó a ustedes… y que Dios los llene de alegría y paz a ustedes que tienen fe en él, y les dé abundante esperanza.

 

Romanos 15,7.13

 

¿Tolérense unas a otras? ¡No, acéptense unas a otras! ¿Aguántense unos a otros sin siquiera mirarse a los ojos? ¡No, acéptense unos a otros!
¿Nos damos formalmente el saludo de la paz en el culto, pero realmente no nos interesa la paz de nadie? ¡No, acéptense unos a otros, unas a otras!
Porque Cristo nos aceptó a todos y todas: débiles y fuertes en la fe, los nuevos en la comunidad junto a aquellos que llevamos años participando en la fe, los mayores que miramos con sospecha a quienes tocan la guitarra en el culto, y los jóvenes que se ríen de algunas palabras de los viejos himnos. Cristo nos aceptó a todos para la gloria de Dios.
En realidad, hay fuerzas y poderes que nos oprimen, nos separan y nos destruyen. Demos gracias a Dios porque Jesucristo no buscó agradarse a sí mismo; vino a servir a todos: judíos y gentiles, jóvenes y mayores, viejos y nuevos en la congregación, firmes en la fe y quienes dan sus primeros pasos en ella… ¡La edificación mutua es más importante que nuestras diferencias!
“¡Que el Dios de la esperanza los llene de alegría y paz a ustedes que tienen fe en él, y les dé abundante esperanza por el poder del Espíritu Santo!”

 

Guido Bello

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