Para evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me atormentara. Tres veces le rogué al Señor que me la quitara; pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
2 Corintios 12,7-10

A pesar de que algunas de estas frases definitivamente son dignas de compartir en Instagram, sobre todo si las combinas con una imagen bonita, en sí mismas representan una completa locura. Constituyen un escándalo total en comparación con lo que generalmente consideramos como «poder», es decir, la capacidad de hacer o lograr cosas, y «sabiduría», que implica saber cómo hacer o lograr esas cosas.
Y de nada sirve intentar “descafeinar” la debilidad, pretendiendo que sea una forma de poder o sabiduría. Nadie quiere ser débil, lo que significa carecer de toda fuerza y conocimiento, como alguien que está privado de su libertad en un hospital, una cárcel o un centro de salud mental.
La debilidad a la que se refiere Pablo es auténtica debilidad, al igual que la cruz de Cristo fue una verdadera cruz. No es una metáfora, sino una experiencia cruda y tangible.
Antes de dar «me gusta» a alguna de las frases instagrameables mencionadas anteriormente, permítele al evangelio de Pablo ofender y desafiar tu concepción de «poder» y «sabiduría». De esta manera, el mismo evangelio fortalecerá tu “débil corazón que vacila sin cesar, y que es como nave sin timón en turbulento mar”(George Matheson, Canto y Fe N° 308).

Michael Nachtrab

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