Pues Dios sabe cuánta nostalgia siento de todos ustedes, con el tierno amor que me infunde Cristo Jesús. Pido en mi oración que su amor siga creciendo más y más todavía, y que Dios les de sabiduría y entendimiento, para que sepan escoger siempre lo mejor.
Filipenses 1,8-10ª
¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar por amor? Este sentimiento ha movido al mundo. ¿Cuántas veces hemos escuchado la frase “es por amor que hago o digo tal o cual cosa”? Músicos y poetas se han inspirado y nutrido de este sentimiento para crear sus obras y rendirle homenaje. Sin embargo, es cierto que a lo largo de la historia y, principalmente, con el paso del tiempo, el sentido del amor se ha vuelto un tanto egoísta, donde lo que se espera es una constante autosatisfacción.
Pablo también es movido por el amor, pero un amor que proviene de Cristo Jesús, que no conoce el egoísmo, sino que busca el bienestar y el cuidado sin mirar a quién. Por lo tanto, debemos esforzarnos en nutrirnos de este amor que mueve al Apóstol, orando y buscando el beneficio de la comunidad.
Este es el verdadero amor, aquel que no decepciona, no maltrata ni lastima, que busca ver a todos con igualdad, estableciendo gestos que dignifican y abrazan.
Por ello, de nuevo la pregunta: ¿Qué estamos dispuestos a hacer por amor?
Oremos: Señor y amado Dios, infúndenos el mismo amor que pusiste en el corazón de Pablo, un amor que puede trascender las barreras de las diferencias y del egoísmo, permitiéndonos orar con confianza en tu obra en medio de nosotros y en tu amor que nos une. Amén.
Moara Benetti Abegg