Por tanto, desechemos las obras de las tinieblas, y revistámonos de las armas de la luz.
Romanos 13,11-14
Si pudiéramos hacer una lista de las obras de las tinieblas según lo que nos propone el texto bíblico, la lista sería larga, sumada a que todo lo malo que acontece en nuestra vida y sociedad es más visible y cobra más protagonismo. Por eso les propongo escribir o hacer una lista mental sobre las obras de la luz, pensar en lo bueno. Y a partir de ahí, ir descubriendo las cosas lindas, buenas, que hacemos y a las que muchas veces no prestamos atención.
Dejemos que esta palabra de Dios nos anime, diciéndonos: “¡Desechemos las obras de las tinieblas…!” Esa palabra de Dios nos guíe a vivir de acuerdo a su voluntad: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Estas son las armas que puedo practicar en situaciones tan simples de la vida: escuchar y mirar atentamente, ponerse en el lugar del otro, ayudar y animar: Acercándonos al que sufre, sosteniendo a algún amigo, alguna amiga, o colega que sufre injusticia.
Quien es amado puede amar, quien está lleno de amor puede velar por el bienestar de los demás, quien recibe suficiente y tiene paz, también puede apreciar a los demás. Si bien el amor es una palabra deshilada, separada de nuestras relaciones sanas en la vida. Por eso el amor de Dios nos sana y cura nuestra vida.
Estamos invitados a revestirnos de las armas de la luz, y ante tanta oscuridad hagamos que las luces del bien generen amaneceres esperanzadores.
Sabemos que en el final de los tiempos ¡El señor vendrá! Por lo tanto, ¡levantémonos del sueño! ¡Dejemos lo malo y sigamos compartiendo el evangelio, dejando que las luces de nuestro Dios iluminen nuestra vida. Amén.
Mario Gonzales