Invocación: Comenzamos este devocional en el nombre de nuestro Dios que tiene a su Reino en sus manos, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, Amen.
Salmo: “Has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos; has vertido perfume en mi cabeza, y has llenado mi copa a rebosar”. Salmo 23:5
Canto: Para que estés siempre (CyF 126 Estrofas 1 y 2)
Texto: Evangelio según San Lucas 14:15-24
Reflexión:
Jesús cuenta esta parábola para que, como humanidad, podamos hacernos una idea de lo que es el Reino de Dios. El Reino es una gran mesa, un gran banquete donde todos están invitados, los que están relacionados a Dios, a la Iglesia, digamos a los que están “adentro”, pero también hay espacio para todos los que están “afuera”, hay lugar para todos. Es un espacio para degustar, para sentir, ver, oír, de, porque no, oler la realidad del Reino que ya está instalado entre nosotros. La mesa es un espacio de comunión donde todos están incluidos, un espacio donde nos encontramos con nuestros iguales, con los que son de la casa, pero también es un espacio donde el diferente, el que nos visita y el que es de afuera está incluido. El Reino de Dios tiene lugar, tiene sillas, para todos.
Dice M.Lutero Catecismo menor “El sacramento del altar, instituido por Cristo mismo, es el verdadero cuerpo y la verdadera sangre de nuestro Señor Jesucristo, dados a cristianos con el pan y el vino para que los comamos y bebamos”.
En el encuentro de la santa cena degustamos el Reino de Dios en el pan y el vino, siendo una mesa donde todos estamos incluidos. Si consideramos que estamos en comunidad con Dios, con su Reino y con la gran iglesia desparramada por el mundo, en nuestra familia la celebración también puede ser una realidad.
Oración:
Canto final: Para que estés siempre (CyF 126 Estrofas 2 y 3)