No dejemos de congregarnos, como es la costumbre de algunos, sino animémonos unos a otros; con más razón que vemos que aquel día se acerca.

Hebreos 10,25

Qué fuerte que suenan estas palabras de animarnos mutuamente, de no dejar de congregarnos, de reunirnos. Especialmente porque en gran parte del mundo estamos pasando este momento (fines de Marzo 2020) por la pandemia de coronavirus, pandemia que ha llevado a que muchos tengan que aislarse, a tener que permanecer en sus hogares en cuarentena. Hemos tenido que dejar la vida social, nuestras reuniones, no ir a nuestros trabajos.

Estos tiempos no han sido nada fáciles, pero luego que pase todo esto nos daremos cuenta de lo importante y privilegiados que éramos al poder juntarnos, y daremos gracias porque a pesar de que no pudimos reunirnos, muchos hermanos y hermanas dieron testimonio de solidaridad para que otros en sus aislamientos no se sintieran solos. Daremos gracias porque muchos encontraron formas ingeniosas a través de la tecnología de ser comunidad de fe.

También en este tiempo hemos aprendido, que solo congregándonos, juntándonos podremos salir adelante. Hemos aprendido que nadie se salva solo. Dios quiera que esta lección quede y no solo sea un sentimiento pasajero.

En la radio suena una canción española que se llama: “Nos volveremos a encontrar”. Ese es el deseo de muchos hermanos y hermanas: esperar el día para volvernos a abrazar como pueblo de Dios en nuestros cultos. Cuando leas esta reflexión, estaremos felices y alegres porque el día ha llegado, y cuando celebremos sucederá como dice la canción… que “Cada vez que nos juntamos siempre vuelve a suceder, lo que dice la promesa de Jesús de Nazaret: donde dos o más se junten en mi nombre y para bien, yo estaré personalmente, con ustedes yo estaré.” (Canto y Fe Nº 311)

 

 

Javier Gross

 

Hebreos 10,19-31

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print