Pero ahora me voy para estar con el que me ha enviado, y ninguno de ustedes me pregunta a dónde voy; al contrario, se han puesto muy tristes porque les he dicho estas cosas.

Juan 16, 5 – 6

Toda la vida: un ir y venir, aceptar y dejar ir, nacer, unirse, morir. Cada despedida es un partidario de la muerte. No solo los discípulos tienen que hacer esta experiencia. Lo vivimos en la familia, cuando los niños buscan su propio camino, cuando el compañero de la vida encontró otra casa. Cada despedida quita un pedazo de nosotros como el escultor saca las partes innecesarias del árbol hasta que del tronco queda la figura que el escultor imaginó. Es decisivo si morimos para la basura o si nacemos en fin para la eternidad en Dios.
Despedidas, nosotros siempre las sentimos como pérdida, para Jesús en cambio son el comienzo de algo nuevo. “¡Donde dos o tres están juntos en la fe en un futuro compartido con Dios, estoy entre ellos!” Allí el mundo de la muerte está vencido, allí no hay basura sino reciclaje. A ti, oruga, Dios te convierte en una mariposa. Por eso: las despedidas tienen la muerte en sí. Pero también hay despedidas felices, cuando lo sabemos: En Dios nos vamos a ver de nuevo. Entonces será completado lo que aquí inició Aquel que llevó nuestras cargas.

Wilhelm Arning

Juan 16,5-15

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