De modo que Sansón y sus padres fueron a Timná. Cuando Sansón llegó a los viñedos de la ciudad, un león joven lo atacó rugiendo. Entonces el espíritu del Señor se apoderó de Sansón, que a mano limpia hizo pedazos al león, como si fuera un cabrito; pero no les contó a sus padres lo sucedido.

Jueces 14,5-6

Sansón es a menudo venerado como un héroe en la tradición. Tiene poderes sobrehumanos, y estos poderes los tiene de Dios – así se cuenta. Es una historia violenta: primero Sansón mata al león, después a treinta hombres. Incendia casas y campos y asesina, todo en nombre de Dios. Es una historia de terror y violencia. Una historia que se ha repetido a lo largo de los tiempos. El quinto mandamiento, “No matarás”, parece no tener sentido para alguien como Sansón. Los que están convencidos de que tienen a Dios detrás crean las leyes por sí mismos. Se me ocurren muchos autores de violencia que, como Sansón, están convencidos de estar por encima de las leyes y de actuar en nombre de Dios. Las guerras que se libran en nombre de Dios. Terror en el nombre de Dios.
Y lo que es peor, no sólo creen que actúan correctamente, sino que hay propaganda que aprueba esta violencia y la hace pasar por algo ordenado por Dios. A mis ojos, la historia de Sansón es un texto de propaganda. Uno de los pocos textos bíblicos de los que digo claramente: No, no lo creo. No creo que Dios llame a convertirse en un asesino de masas y a masacrar a la gente.
Creo en la sabiduría y la filantropía de la Torá y los Diez Mandamientos, en los que Dios nos dice a nosotros y a todos los pueblos: “No matarás” y “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Dios, te ruego: enséñanos el camino de la paz, la reconciliación y la no violencia. Amén.

Heike Koch

Jueces 14,1-20

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