Yo el Señor lo afirmo. Buscaré a las ovejas perdidas, traeré a las extraviadas,…Yo las cuidaré como es debido.
Ezequiel 34,15-16
Somos el rebaño de Dios, y él nos envía guías -pastores- para que no nos perdamos en el camino, crezcamos en la fe, gocemos de los buenos pastos y del agua reconfortante.
Pero nuestros guías a menudo se dejan enceguecer por la seducción del ejercicio del poder. Tal vez alguno de nosotros mismos, teniendo la misión de guía, nos dejamos deslumbrar, encandilar, y en lugar de guiar y servir, sólo disfrutamos y no pensamos en el prójimo, en el próximo. No dejamos de mirarnos a nosotros mismos como centro de la acción, desenfocamos el rumbo.
¿Hasta cuándo vamos a seguir siendo réplica de la historia vivida por hombres y mujeres a través de los tiempos?
“Desde tiempos inmemoriales…”, como dice la canción, una y otra vez repetimos la historia…
¡Y, una y otra vez, el Señor Jesús viene a nuestro encuentro!
En ese encuentro nuevamente nos dice: que nos buscará, nos traerá de vuelta, que nos curará y nos cuidará con justicia.
¿Estamos preparados para ser parte del rebaño del pastor que nos busca?
¿Estamos dispuestos a ser guía de otros, si Dios nos llama a serlo?
¿Estamos listos para servir con humildad, aun desde un lugar de poder y responsabilidad?
Señor, que yo no busque tanto ser consolado, como consolar,
ser amado como amar, ser comprendido como comprender. (San Francisco de Asís)
Noemi Loose
Ezequiel 34,1-16