Padre, glorifica tu nombre. Entonces se oyó una voz del cielo, que decía: “Ya lo he glorificado, y lo voy a glorificar otra vez.”

Juan 12,28

Juan con este texto pone a la luz la angustia de Jesús y su triunfo y nos muestra qué fue lo que cambio aquella angustia, ese temor en triunfo.
Podemos ver que hacer la voluntad de Dios no es fácil, pero si fuera sencilla de cumplir perdería su sentido, ya que el verdadero valor no está en no tener miedo sino en que a pesar del miedo se hace lo que se debe hacer.
Pero ¿qué produjo el cambio de angustia a triunfo? La voz de Dios, la declaración de Dios grande y profunda. En tiempo de Jesús los judíos habían dejado de creer que Dios hablara directamente y con Jesús van a escuchar la voz de Dios. En su Bautismo, en la Transfiguración y en este momento en el que su humanidad necesitaba la ayuda divina ante la muerte en la cruz.
Esto es una gran noticia para nosotros hoy, porque lo que Dios hizo por Jesús lo hace por cada uno de nosotros, cuando nos ponemos en su camino para cumplir su voluntad no nos deja abandonados haciendo la tarea, Dios no es mudo una y otra vez cuando la angustia es demasiada para nosotros. Si escuchamos lo oiremos hablar y su fuerza nos inundará, no dejes de escuchar la voz de Dios.
Y finalmente el anuncio de triunfo: “cuando el príncipe de amor sea levantado atraerá a todos hacia él para reinar en todos los corazones”. Amén.

Selva Natalia Barrios

Juan 12,27-33

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print