Y vi los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono; y fueron abiertos los libros, y también otro libro, que es el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados de acuerdo con sus hechos y con lo que estaba escrito en aquellos libros.
Apocalipsis 20,12
¿Cómo nos hace sentir saber que, a todos por igual, luego de morir, nos espera un juicio final? A mí por lo pronto, la primera vez que me puse a pensar en esto, me hizo reflexionar mucho y sin dudas hasta me hizo sentir incómoda. La palabra juicio tiene para muchos una connotación negativa. “Y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos” dice el Credo que rezamos.
“Con el diario de mañana”, sabiendo que es un hecho el día del juicio final, tomemos esto como una oportunidad, una oportunidad de vivir una vida plena y regida por hechos y acciones que demuestren nuestro amor a Dios y al prójimo. Cuando llegue la plenitud de los tiempos, la fe y la esperanza desaparecerán, solo quedará el amor. No sabemos realmente qué pasará el día del juicio final, pero hoy podemos hacer que el amor sea nuestro lenguaje diario y moldear nuestros comportamientos para llevar una vida a la luz del evangelio.
En el amor no hay temor dice en 1 Juan 4,18. Si está a nuestro alcance el mostrar amor al prójimo con pequeños gestos de amabilidad, de misericordia, con una palabra amable, escuchando y consolando, siendo respetuosos y donando algo de lo que tenemos, el Dios de la misericordia y el amor nos recibirá de brazos abiertos.
¡Cantá, hermano, cantá! mientras vivas has de cantar.
¡Cantá, hermano, cantá! porque a los justos él ha de amar. (Canto y Fe N° 238)
Clara Meierhold
Apocalipsis 20,11-15