Se dice: «Yo soy libre de hacer lo que quiera.»… pero no debo dejar que nada me domine.
1 Corintios 6, 12

«Yo soy libre de hacer lo que quiera» era una de mis frases predilectas cuando era niño y ya no tan niño. Sobre todo cuando mi madre o alguno de mis hermanos mayores quería imponer su autoridad sobre mí…
También usé esta frase con frecuencia cuando alguien, con todas sus intenciones amorosas, trataba de persuadirme de que dejara mi adicción al alcohol o al cigarrillo, aunque con otras palabras, más sutiles pero igual de engañosas: «yo lo puedo controlar», «lo tengo dominado».
Hasta que descubrí que no era verdad. Que era yo quien estaba siendo dominado por el alcohol y el tabaco. Y ya no era libre de hacer lo que quisiera…
Necesité ayuda y mucha oración. Y comprendí lo lejos que estaba de la libertad que buscaba…
Por suerte, hace años abandoné el alcohol y el tabaco. Y también abandoné la creencia de que puedo hacer lo que quiera. No todo conviene, no todo te ayuda, como dice el apóstol Pablo.
Cuando sientas que ya no lo «puedes controlar» y experimentes angustia, aflicción, dolor, soledad o fracaso, recuerda que hay alguien que puede tenderte una mano, que puede ayudarte a controlar la situación. Solo tienes que animarte a abrirte y confiar. Seguramente en tu comunidad de fe habrá personas dispuestas a ayudarte.

Pablo Münter

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