Alégrense en el Señor siempre. Otra vez les digo ¡Alégrense! Que su amabilidad sea conocida de todos los seres humanos. El Señor está cerca.
Filipenses 4,4-5
Si hay algo que me llama poderosamente la atención es cómo las personas, especialmente quienes creemos en Dios, tendemos a dejar de lado la alegría con facilidad. La alegría es un aspecto central y sumamente necesario para la vida, un aspecto que el apóstol Pablo resalta en los versículos de hoy.
La alegría es un elemento determinante en la vida de las personas que creen en Dios. No se trata de una actitud ingenua que ignore los problemas y las situaciones alarmantes que a menudo oscurecen y despojan de sabor al mundo. La alegría surge porque nuestras seguridades no están vinculadas a las lógicas predominantes en el mundo, sino que provienen de Dios. Nuestro camino está trazado por Jesús, y mientras sigamos el camino de Cristo, será siempre un camino bueno para todas las personas.
Por eso, ¡alégrense! Las situaciones en las que nos desenvolvemos requieren de personas creyentes que reflejen en su ser y acciones una lógica de vida basada en la plenitud, el optimismo y la alegría; exactamente lo que se necesita para transformar y superar cualquier adversidad.
¡Alégrense!, porque sin alegría no tendremos la energía necesaria para avanzar y perseverar en este tiempo de grandes inestabilidades y adversidades.
Algunos podrán decir: “No es fácil, uno no siempre puede”. Claro que no, uno no puede resolverlo por sí solo o sola; sin embargo, no es necesario hacerlo en solitario. El poder es de Dios, nuestras fuerzas provienen de él, su Espíritu Santo nos brinda impulso y Jesús es quien nos guía para vivir con alegría.
Siempre mantengamos en mente lo que el versículo de hoy plantea: ¡Alégrense! Repito, ¡alégrense! Actúen con amabilidad, tengan gestos amigables, sonrían y vivan cada día como protagonistas de sus propias historias.
Rudinei Bischoff Reimers