Óiganme, descendientes de Jacob, todos los que quedan del pueblo de Israel: Yo he cargado con ustedes desde antes que nacieran; yo los he llevado en brazos, y seguiré siendo el mismo cuando sean viejos; cuando tengan canas, todavía los sostendré. Yo los hice, y seguiré cargando con ustedes; yo los sostendré y los salvaré.
Isaías 46,2-3
¿Quién no ha tenido un día desesperante, en el cual no se veía la luz después del túnel, y después otro y otro peor? Y en nuestra deses-peración nos olvidamos de lo esencial de la vida… Nuestra vida, ¡no es nuestra! Somos simples herramientas del Señor, y él tiene el plan de nuestra vida muy bien pensado.
Ahora en este momento, para, piensa, sal de tu estado de piloto automático. ¿Qué estás haciendo en este instante? Y enfócate en esta realidad presente, ten una vida consciente, no seas un robot… y te darás cuenta de que los problemas no son lo central de la vida, sino la vida misma.
¿Tienes un problema? Mi suegra siempre tiene un dicho que se me ha quedado bien grabado: “Al mal paso, darle prisa”. ¡Muévete para salir de él! No lo aplaces para más tarde, si cometiste un error explícaselo a tu jefe o tu pareja o a tu hijo, y salgan juntos de él. Y si la salida implica un quiebre de nuestro estado de confort, pues, que así sea… Dios nos guiará a un camino de solución, a nuevos caminos que no conocíamos o contemplábamos.
Dice un canto: “Sendas Dios hará donde piensas que no hay. Él obra en maneras que no podemos entender. Él me guiará, a su lado estaré, amor y fuerza me dará, un camino hará donde no lo hay. Por camino en la soledad me guía y agua en el desierto encontraré. La tierra pasará, su palabra eterna es. El hará algo nuevo hoy.”
Dios nos muestre el camino y nos empuje a perder el temor de seguirlo.
Osmar Brassel
Isaías 46,1-13