Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. Al ver él la fe de ellos, le dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados.”

Lucas 5,18-20 (RV 1960)

La fe no es algo privado, individual, es una experiencia comunitaria. No se trata sólo de la fe del paralítico, es la fe de sus amigos la que Jesús ve, la fidelidad de esos hombres para con quien los necesitaba. La narración de este evento es una expresión comunitaria de fe, un credo repleto de gestos, esfuerzo, sogas, camillas y corazón.

“Amar a Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo”.

Bendecida tarea la de ser una comunidad de fe que sostiene al que sufre. Una comunidad que se pone en movimiento. Una Iglesia que es instrumento y testigo de la transformación que sólo Dios puede obrar. Una comunidad inclusiva que se despoja de cualquier obstáculo que pueda impedirnos el encuentro con Jesús.

Podemos, como estos cuatros hombres, ser la esperanza de aquellos que la han perdido, el sostén de quienes sienten que todo parece derrumbarse a su alrededor. El prójimo de quien anhela escuchar las palabras del Señor: ¡Tus pecados te son perdonados! ¡Toma tu lecho y ve a tu casa!

Sergio Utz

Lucas 5,17-26

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print