Viernes 17 de octubre

 

Recuerda que desde niño conoces las sagradas Escrituras, que pueden instruirte y llevarte a la salvación por medio de la fe en Cristo Jesús.

 

2 Timoteo 3,15

 

Todos y todas tenemos recuerdos de esos momentos, personas o textos bíblicos que han marcado nuestro camino de fe. Al leer esta carta dirigida a Timoteo, tenemos la oportunidad de tomar conciencia de las personas, experiencias o historias bíblicas que hoy nos mantienen firmes en la fe y nos ayudan a crecer en ella.
Justo en este momento, como esposos hemos estado conversando sobre el sentido de ir a la iglesia y por qué creemos en Dios. Y la respuesta nos ha llevado a recordar nuestra niñez/adolescencia, cuando contábamos con personas, lugares y momentos en los que aprender sobre la vida de Jesús daba sentido a nuestras vidas y nos hacía pensar que un mundo más amoroso, justo y solidario era (¿es?) posible.
Ahora somos nosotros quienes compartimos algunas de estas experiencias con los y las jóvenes, porque creemos que las Escrituras y sus enseñanzas, que son vida para nosotros, nos pueden llevar a escuchar, acompañar, atender, acariciar, mimar, alimentar… a “hacer toda clase de bien”. La Palabra no es un libro muerto ni un manual de instrucciones; es la posibilidad de encarnar aquello a lo que hemos sido llamados/as desde la niñez.
Oremos con las palabras del jesuita Joseph Whelan: “¡Enamórate! Nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. […] ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera”. Amén

 

Lizbeth Chaparro y Felipe Riaño

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