Dios no desechó a su pueblo, al cual conoció desde un principio.
Romanos 11,2a
Siempre escuchaba decir a mi abuela: “Dios todo lo sabe, todo lo conoce, nada queda oculto para él”. De niño, esta era una frase que me asustaba, la relacionaba a que Dios veía especialmente las veces que hacía alguna travesura, por la que luego era reprendido.
Con el tiempo comprendí, a través de la Escuelita Bíblica, que Dios es amor y que ese amor es incondicional. Entonces ya no me daba miedo esa imagen de aquel a quien nada le es desconocido.
Dios nos conoce desde un principio porque nos ha creado. Y así como no desechó a su pueblo, tampoco para él somos desechables.
Esto es muy importante, especialmente en los tiempos en que vivimos, en donde prevalece la cultura de lo descartable.
El Señor nos conoce a cada uno y cada una y somos importantes para él. Tanto que envió a su hijo para mostrarnos el camino y a través del calvario ofrecernos la salvación.
Hay momentos en que nos sentimos como olvidados, experimentando la soledad. Es importante entonces recordar que Dios est a nuestro lado acogiéndonos y abrazándonos para renovarnos.
Como comunidades de fe, debemos recordar siempre esto: “Dios no se olvida de nosotros y nosotras”. Esto nos hará caminar con más confianza y seguridad (aun en medio de un mundo donde prevalece lo desechable) trayendo plenitud a nuestra alma.
“Los caminos de esta vida te conducen de verdad al Señor que te convida a entrar en su eternidad. Y cantan los prados, cantan las flores con armoniosa voz, y mientras que cantan prados y flores, yo soy feliz pensando en Dios”. (Canto y Fe Nro. 89)
Romanos 11,1-2a
Deborah Verónica Cirigliano Heffel