Es el mensaje que trata de su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, quien nació, como hombre, de la descendencia de David, pero a partir de su resurrección fue constituido Hijo de Dios con plenos poderes, como espíritu santificador.
Romanos 1,3-4
Es el mensaje de salvación que se encuentra en Jesucristo, el cual recordamos en este tiempo de Adviento y Navidad. Nos recuerda que Jesús no fue solo un hombre común y corriente; él es el Hijo de Dios, quien nació de la descendencia de David según la promesa, pero fue declarado Hijo de Dios con poder mediante su resurrección.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre la dualidad de Jesucristo: completamente humano y completamente divino. Su nacimiento terrenal en la línea de David lo conecta con la humanidad, demostrando su compasión y empatía hacia nosotros. Su resurrección, por otro lado, confirma su divinidad y su victoria sobre el pecado y la muerte. En este tiempo de Adviento, recordamos con gratitud el cumplimiento de la promesa de Dios de enviar a su Hijo para salvarnos. Jesucristo, el Hijo de Dios, vino al mundo como un niño indefenso, pero su resurrección lo estableció como el salvador poderoso y el espíritu santificador.
Nos anima a contemplar la profunda implicación de esta verdad en nuestras vidas. Jesucristo no solo vino a enseñarnos sobre el amor de Dios, sino también a capacitarnos para vivir vidas transformadas por su Espíritu Santo.
Así que, mientras celebramos el nacimiento de Jesús en Navidad, recordemos que su venida trajo consigo la promesa de salvación y la esperanza de vida eterna para todos los que creen en él. Que este tiempo nos motive a profundizar en nuestra relación con Cristo y a compartir su mensaje de amor y redención con el mundo que nos rodea.
Carlos Kozel