A Jesús, Dios lo ha hecho Señor y Mesías.
Hechos 2,36
Para muchas personas es un verdadero triunfo poder pararse frente a la gente y hablar sobre algo. En los tiempos modernos, el micrófono o cámara de TV nos inhibe, y la inseguridad que sentimos nos hace poner nerviosos, más aún cuando sabemos que son muchas las personas que están escuchando o mirando por televisión.
Estoy convencido de que todos debemos admirar al Apóstol Pedro, que se puso de pie y comenzó a hablar de ese Jesús que fue acusado y crucificado sin que el pueblo reaccionara para hacer algo al respecto. Por supuesto, lo mismo pasa en nuestros días. Las cosas suceden, pasan y quedan olvidadas, y solamente unos pocos lloran en su interior por la impotencia que se tiene ante la indiferencia de la sociedad.
Pedro, de pie – me lo imagino temblando y con lágrimas en los ojos- dice: “A Jesús, Dios lo ha hecho Señor y Mesías” (Hechos.2, 36). Estamos ante una profunda convicción y certeza que impulsa a Pedro a dar ese testimonio, que no es un discurso preparado, sino la convicción de que el hecho de la cruz y posterior resurrección es la obra salvífica de la vida.
Si en las comunidades de creyentes hay personas que se animan a hablar de corazón, como lo hizo el Apóstol Pedro, entonces se estarán consolidando las bases en la iglesia cristiana para futuras generaciones.
Gracias damos, Señor, nuestro Dios, porque nos inspiras como partícipes de tu iglesia a dar testimonio de tu obra salvífica. Inspira a ancianos para que puedan contar de tu obra a los más pequeños. Amén.
David Weiss
Hechos 2,29-36