Jesús bajó del cerro con ellos y se detuvo en un llano. Se habían juntado allí muchos de sus seguidores y mucha gente… Habían llegado para oír a Jesús y para que los curara de sus enfermedades… Así que toda la gente quería tocar a Jesús, porque los sanaba a todos con el poder que de él salía.
Lucas 6,17-19
Felicidad o lamento.
En el proceso de crecimiento del ser humano, en el camino de la niñez, pasando por la adolescencia, juventud y madurez, cada uno de nosotros va formando sus criterios y orientaciones para la vida. Nos influencia la familia, el entorno y la sociedad con toda su dinámica.
¿Cuáles son esas posibilidades?
Una buena profesión, un buen empleo, la capacidad de acumular ahorros y la seguridad económica, el poder disfrutar del tiempo libre, viajar. Sería muy tranquilizador y lindo poder llegar a todo ello.
Jesús apunta a otros para ser dichosos o felices. La promesa de que a pesar de toda situación negativa, hasta de persecución por causa de la fe, nuestra vida tiene un “gran premio en el cielo”, invitándonos a confiar en su sanación. Nos enseña que lo primero es el reino de Dios: Por lo tanto, pongan toda la atención en el reino de Dios y en hacer lo que Dios exige, y recibirán también todas estas cosas.(Mateo 6,33)
Por otro lado expresa una fuerte exclamación de advertencia: ¡ay de ustedes!
¡Ay de ustedes!, si fijan su atención en ustedes mismos, si se creen poderosos, o confían en situaciones y cosas perecederas de esta vida.
Nos diste, Señor, la simiente, señal de que el reino es ahora. Futuro que alumbra el presente, viniendo ya estás, sin demora.(Canto y Fe Nº 330,6)
Everardo Stephan
Lucas 6,17-26