Continuamente recordamos qué activa ha sido su fe, qué servicial su amor, y qué fuerte en los sufrimientos su esperanza en nuestro Señor Jesucristo, delante de nuestro Dios y Padre.
1 Tesalonicenses 1,3
El siempre vigente escritor uruguayo Eduardo Galeano decía en su “Libro de los abrazos” que recordar venía del latín re-cordis que significaba algo así como volver a pasar por el corazón.
El apóstol Pablo vuelve a pasar por el corazón. ¡Cuán activa, servicial y fuerte es la fe de quienes conformaban la comunidad cristiana de Tesalónica!, quienes sostenían su esperanza en Jesucristo a pesar de los sufrimientos.
Pero ¿por qué recuerda Pablo? Es importante tener presente las circunstancias en las cuáles el Apóstol escribe. Él se encontraba en Corinto, ciudad a la cual había llegado después de un largo peregrinar y muchas persecuciones producto de su actividad misionera. Es muy fácil imaginar que las dificultades impactaron en su estado de ánimo.
Por lo tanto recordar a esa querida comunidad que sostenía su fe aún en circunstancias tan adversas, seguramente le hacía muy bien al Apóstol y colaboradores. Los animaba y fortalecía.
Lo que sigue, estimados hermanos y estimadas hermanas, es una invitación y consejo para todas aquellas personas que ocupan espacios de liderazgo en la tarea misionera de las iglesias: No dejen de recordar a sus comunidades. ¡Téngalas siempre presente!
Especialmente cuando sientan el peso del cansancio, de la incertidumbre, el miedo o desamparo los desanima o sobrepasa. Porque en las comunidades hay presencia de Cristo, soplo del Espíritu, anticipos del Reino.
Que el Señor nos guíe con su Espíritu a recordar a quienes con su testimonio nos guían en el nuestro. Amén.
Leonardo Schindler