El Señor ayudó a Josué, y la fama de Josué se extendió por toda la región.
Josué 6,27
Josué surge como un líder del pueblo en la búsqueda de poseer la tierra prometida. En la conquista de la tierra, Josué buscó siempre ser fiel a Dios y comprometer al pueblo de Israel en esa fidelidad a Dios, al que los liberó de la esclavitud de Egipto.
Pero los seres humanos tenemos el defecto que cuando pasamos a ser dominantes, olvidamos fácilmente que alguna vez fuimos los explotados.
La fama de Josué se extendía porque Dios estaba con él. También, tenía la responsabilidad de mantenerse fuerte ante la adversidad y confiando siempre que era Dios quien lo iba a sostener.
Asumir un liderazgo en nombre de Dios, tiene consigo la necesidad de ser coherente en su decir y hacer. De no vanagloriarse de los logros, ni utilizar su posición para humillar a los demás.
Tal vez las historias del Antiguo Testamento nos parezcan fuertes, porque en el transcurso de la historia hay muerte, guerras, destrucción, violencia. Y sin duda son cosas que a Dios también le han dolido, envió a los profetas para reprender y mostrar un camino diferente, pero el pueblo no siempre escuchó. Pero siempre Dios se ha mantenido fiel a su creación, y lo manifiesta finalmente enviando a su Hijo Jesucristo a este mundo.
El liderazgo, tal como nos enseñó Jesús, debe asumirse desde el servicio y la humildad. Ofreciendo nuestra vida a Dios. Y, sobre todo, cuidar al hermano y a la hermana.
Carlos Guillermo Kozel
Josué 6,11-27