Viernes 21 de octubre


Cuando el dragón se vio lanzado a la tierra, persiguió a la mujer que había tenido el hijo.

Apocalipsis 12,13

Las Escrituras hablan sobre el sufrimiento que Israel experimentó en manos de otras naciones y de la angustia de las primeras comunidades cristinas frente al Imperio Romano. Esos poderes destructivos tienen el ímpetu perseguidor del enemigo.
El dragón acosa la mujer que tuvo un hijo persiguiéndola. Esto refleja su desespero de no dejarla volar y llegar a un lugar seguro. El acusador no tiene la misma autoridad y es lanzado a la tierra. El celo le retuerce de enojo y en su ira ciega persigue a la mujer.
El acoso se funda en el mensaje de salvación que el Mesías trajo a los pueblos que le siguen fielmente. Su encarnación ha expresado la amorosa salvación ofrecida en gracia a toda persona.
Dios continúa restaurando relaciones mediante el Espíritu Santo. La promesa de su total cumplimiento, al retorno de Cristo, es lo que el enemigo, en la figura del dragón, no consigue soportar. El ataque a la mujer (que representa a los pueblos que siguen a Dios) y a sus descendientes son reales.
Reconociendo que los pueblos que siguen fielmente a Dios están en peligro de ser abrumados y arrastrados por fuerzas que distraen su relación y su fe en Dios, la invitación es a persistir en fe y vivir el amor y gracia.
¡Grande es tu fidelidad oh Dios! Permítenos seguirte fielmente sin apartar nuestros corazones y mentes de tu gracia amorosa. Amén.

Patricia Cuyatti Chávez

Apocalipsis 12,13-18

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