Viernes 23 de febrero

Cuando ya no había esperanza, Abraham creyó y tuvo esperanza, y así vino a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que Dios le había dicho…
Romanos 4, 18

Mundo oscuro en que vivimos donde hay destrucción, violencia, muerte y desolación. Se escucha decir: “¿A dónde iremos a parar? ¡Apretarán un botón y todo será destruido!”

En medio de esta realidad la palabra bíblica nos habla de promesas, de un Dios que da vida a los muertos y crea. Además, da testimonio de personas que sin esperanza creyeron y las promesas se cumplieron.

Cuando miramos la realidad de nuestras comunidades, nos preguntamos si quienes decimos creer en el Dios de la vida confiamos ciertamente en que Dios mantiene el control sobre la historia. O si, por el contrario, sentimos que hay fuerzas más poderosas que Dios y, por tanto, todo está perdido.

El llamado de la palabra hoy es a recuperar la esperanza, a creer en Dios que, a través de Jesús y gratuitamente, nos ofrece vida buena.

Creer es comprometerse. Creer es confiar. Creer es tener esperanza. Creer es sentir el sabor de las promesas cumplidas. Es encontrar las señales de vida en medio de la muerte. Es tener la certeza de que Dios no se ha olvidado de nosotros y que sigue manteniendo los hilos de la historia.

Que el Señor nos dé la gracia de tener la fe de Sara y de Abraham, aún en medio de las dudas y las desesperanzas del tiempo presente.

Doris Arduin y Germán Zijlstra
Romanos 4,13-18
Temas: esperanza, promesas

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