Viernes 24 de Enero

 

Y de la misma manera, todos nosotros, judíos o no judíos, esclavos o libres, fuimos bautizados para formar un solo cuerpo por medio de un solo espíritu; y a todos se nos dio a beber de ese mismo Espíritu.

 

1 Corintios 12,13

 

Desde una perspectiva de fe liberadora basada en el evangelio de Jesús, cada cuerpo, incluida la tierra misma, recibe de Dios su espíritu de vida. Ninguna opresión basada en la codicia o en diferencias humanas como el color de piel, el origen étnico, la clase social, el género u otras, puede mantenernos unidos y unidas con Dios en el bautismo.
El amor de Dios celebrado en el bautismo nos une en la alteridad, como diferentes cuerpos que interactúan sin discriminación alguna. Por lo tanto, como miembros del cuerpo de Cristo, no podemos tolerar la esclavitud de ningún cuerpo, ni aceptar la noción de que “el esposo es la cabeza de la esposa” (1 Corintios 11). A lo largo de la historia del cristianismo, se han empleado varios métodos para establecer jerarquías de poder en relaciones diversas, modelando subjetividades sumisas.
En cierto sentido, una joven llamada Anja Rozen, ganadora de un concurso internacional, expresó: “Mi dibujo representa la tierra que nos une (…) Los humanos están tejidos juntos (…) Todos estamos conectados a nuestro planeta y unos a otros, pero lamentablemente somos poco conscientes de ello”.
Amado Dios, ilumínanos para tejer tu evangelio de amor entre los diversos vínculos de humanización. Sopla tu Espíritu para renovar el bautismo que nos une como comunidad, y para seguir tejiendo junto a otros vínculos de cuidado, solidaridad, inclusión, armonía y paz. Amén

 

Norma Guigou

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