Jesús les dijo: “Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.”

Lucas 20,25

Con esa pregunta le tienden una trampa a Jesús: ¿Debemos pagarle impuestos al emperador romano o no? Si responde que sí, para quienes resisten a la ocupación romana será un traidor. Si responde que no, los soldados romanos lo detendrán por alentar a la desobediencia. La respuesta de Jesús es inteligente, y, en el fondo, devuelve la pregunta: ¿Qué es lo que le pertenece al emperador? ¿Y qué es lo que le pertenece a Dios? A esta pregunta la deben responder todas las cristianas y todos los cristianos, y nosotros mismos, en los diferentes siglos y en las diversas sociedades y sistemas políticos en los que vivimos.

En este día, en el que en Argentina muchas personas salen a las calles y recuerdan la dictadura, esta pregunta cobra especial importancia. A un Estado que menoscaba la dignidad de las personas y que hace “desaparecer” personas no le corresponde, obviamente, ninguna sumisión. En cambio a Dios, quien nos ha creado a los seres humanos con la misma dignidad, le corresponde nuestra fidelidad.

Hoy en Alemania, donde vivo, el versículo me recuerda que es correcto pagar impuestos al Estado – y no evadirlos, como lo hacen actualmente personas súper ricas, cuyos nombres podemos leer en los Panamá-Papers. Encuentro desafiante la otra parte del texto: ¿Doy siempre a Dios lo que le pertenece a Dios? Como iglesia, ¿le damos a Dios lo que le pertenece a Dios? Para mí es esta una frase que nos exhorta a la modestia: no te pongas nunca en el lugar de Dios. Da el honor solamente a Dios.

Un cristiano es libre y amo sobre todas las cosas, y no está sometido a nadie; un cristiano es un esclavo servidor de todas las cosas y sometido a todos. (Martín Lutero)

Heike Koch

Lucas 20,20-26

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