Según la ley de Moisés, los sacerdotes que son descendientes de Leví tienen derecho de cobrarle al pueblo la décima parte de todo… Pero Melquisedec, aunque no era descendiente de Leví, le cobró la décima parte a Abraham, que había recibido las promesas de Dios…
Hebreos 7,5-6
Algunas personas no comprenden que muchos conceptos y criterios cambian.
Conozco mujeres que son viudas hace veinte o treinta años, y cuando se presentan agregan orgullosas el “de” con el apellido de sus difuntos maridos. Hacen cartel con ello y no se dan cuenta de que lo importante es lo que son ellas, por sí mismas.
Hay profesionales que se amparan bajo la sombra de la chapa de sus padres que ejercieron la misma profesión, pero a la hora de un diagnóstico certero, de un resultado favorable, vale más su propio conocimiento, no importando ya su ilustre ascendencia.
Volviendo al texto que hoy nos guía, parece que algunos cristianos necesitaban aferrarse a antiguas jerarquías, órdenes sacerdotales, sucesiones patriarcales que justificaban un orden de las acciones o la pertenencia a una organización.
A la hora de la verdad, en esos momentos en que no estamos más que nosotros solos frente al otro y frente a Dios, debemos ofrecernos y actuar con lo que somos, con nuestra preparación, nuestros errores y logros, dando la vida al Señor, nuestro Dios, no importa si somos descendientes de alguna colectividad, portamos apellidos de alcurnia, o alguna otra condición.
La buena vida es inspirada por el amor y guiada por el conocimiento. (Bertrand Russell)
Patricia Haydée Yung
Hebreos 7,1-10