Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!
Lucas 11,13 (RVC)
Siempre me ha maravillado este último versículo de esta historia. Este versículo inspira mi fe; me dice que aún en mi condición de pecador Dios me ama y me concede el don de la oración. Es cierto que cuando leemos la Biblia, no importando qué sección, puede llegar a impresionarnos de manera diferente. En este versículo lo que más me inspira es saber que nuestra oración no cae ‘en saco roto’.
Los hay muchos tipos diferentes de creyentes. Hay cristianos que creen en Dios, pero no tienen mucha fe en su propia oración. Hay mucha gente que luego de terminar de orar piensa: -Pero no sé si Dios me concederá lo que estoy pidiendo… -No sé si tengo la fe requerida… -No sé si en verdad Dios me está escuchando…, etc. Dios siempre escucha y responde, si a veces no responde exactamente lo que pedimos es porque tiene incluso algo diferente y mejor. De todas formas cada persona podrá sumar algún que otro pensamiento diferente a esta lista. Parafraseo a Dietrich Bonhoeffer cuando escribió: No importan tanto las palabras que utilizamos en la oración, sino la fe que ponemos en ella. Es una verdad que la fe es una condición esencial en toda oración. Frente a cualquier fe diminuta, estas palabras de Cristo para nosotros hoy pueden inspirar nuestra propia confianza.
Fortalece, oh Dios, mi fe y mi confianza en ti. Amén.
Enzo Pellini
Lucas 11,5-13