Luego dijo a los jefes de los sacerdotes, a los oficiales del templo y a los ancianos, que habían venido a llevárselo: “¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos, como si yo fuera un bandido?”

Lucas 22,52

En este texto encontramos traición y persecución: la traición de Judas y el arresto de Jesús. En medio de esta situación Jesús presta atención a un detalle: luego de sanar, él cuestiona la forma exagerada y violenta con la que vienen a arrestarlo.

La vida de Jesús fue quitada por el pecado de la humanidad, la indiferencia, la falta de empatía y claridad para ver quién era él. Su muerte también fue así, porque algunas personas no pudieron aceptar una buena nueva que cambie tanto las cosas. Esta era una noticia muy importante, era Él mismo. Por eso, es tratado como un ladrón.

Estamos en Cuaresma, tiempo de buscar ver con una mirada más profunda lo que vivió Jesús. Tiempo de prepararnos y acercarnos a él. Una forma de hacerlo es acercándonos a las demás personas que están a nuestro alrededor.

Aun hoy sufren personas por prejuicio, indiferencia u odio. El quinto mandamiento es roto una y otra vez en su sentido amplio, donde se empieza a matar solamente con la mirada, o el mirar para otro lado. Hoy muchas personas no pueden mejorar su condición, menos cambiar sus realidades para estar bien.

Busquemos en esta Cuaresma otra mirada hacia todo lo que vemos, de forma especial a las personas que sufren, a los y las que nadie ve. Sigamos a Jesús en pasos de humildad y aceptación a Él. Amén.

Jhonatan Schubert Dumke

Lucas 22,47-53

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