Viernes 26 de mayo

Luego Jesús les dijo otra vez: —¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
Juan 20,21

El trajinar del día, el estrés del trabajo, llegar a casa y encima las tareas escolares de los hijos, la esposa que necesita atención, el esposo que reclama atención.
Paz a ustedes, gran regalo de Jesús: la paz, la plenitud de uno como persona y como comunidad. Paz a ustedes, es la vida abierta al futuro, que es capaz de desatrancar puertas y ventanas para mirar al mundo con ojos confiados. Paz a ustedes, no es la ausencia de conflicto, sino la capacidad interior de confiar en que Dios sigue guiando nuestros pasos a pesar de que no lo parezca. La paz de Jesús, repetida dos veces, nos debe transformar por dentro diciendo: ¡qué lindo día de trabajo tuve hoy, qué lindo es llegar a casa y dedicarle un tiempo a los hijos, al esposo y a la esposa.
El otro gran regalo que nos deja Jesús es la misión. Es la misma que Jesús ya tenía y nosotros la conocemos por su evangelio. Jesús no necesita explicárnosla nuevamente, nosotros ya sabemos lo que hacía, cómo vivía, qué anunciaba, cómo se sacrificaba por los demás, cómo amó al mundo hasta el extremo. Esa misión, no la podemos hacer solos, es por eso que nos sopló el Espíritu Santo.
Espíritu y Misión son regalos que van juntos. Jesús no nos da la paz y la alegría para que vivamos tranquilos en casa, rodeados de nuestras cosas, aislados y con las puertas cerradas, en nuestro confort. Espíritu y Misión son inseparables: sólo el Espíritu da la fuerza que necesitamos en la Misión.
Paz a ustedes, Espíritu y Misión caminando juntos para el Reino de Dios. Amén.
Daniel Enrique Frankowski

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