Porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores.
1 Timoteo 6,10
Este texto previamente dice: “Así que, si tenemos sustento y abrigo, contentémonos con eso”. Algunos podrían considerar esta actitud como conformista, pero también podría interpretarse como una alegría motivada por el deseo de una vida más tranquila y la confianza en que Dios proveerá.
Jesús nos enseñó a orar diciendo: “El pan de cada día, dánoslo hoy”. El pan es lo único material que pedimos a Dios, y no solicitamos provisiones para el futuro, sino para el presente. “Cada día trae su propio afán”.
“La raíz de todos los males es el amor al dinero”, afirma Pablo a Timoteo, refiriéndose a la codicia. Cuando pensamos en el mañana, a menudo olvidamos vivir el hoy. Preocupados por lo que dejaremos a nuestros hijos, muchos acumulan tanto que al final solo terminan dividiendo. Sin embargo, lo mejor que podemos dejar en este mundo no tiene precio.
Oremos fervientemente cada día para que la codicia no le quite a Dios el lugar que le corresponde en nuestras vidas. Oremos para que nuestras decisiones no nos conduzcan a la destrucción y la perdición. En cambio, pidamos a Dios la entereza, el coraje, la sabiduría y la convicción necesarios para que nuestras acciones contribuyan a despertar aquellos corazones que están cegados por el poder y el deseo de tenerlo todo en sus manos.
Patricia Roggensack