Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la verdad, vestidos con la coraza de justicia y calzados los pies con el celo por anunciar el evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.

Efesios 6,14-17

Pablo se despide de los hermanos de Éfeso con consejos para unos y otros…, para padres e hijos, esclavos y amos. Les dice “hermanos, busquen su fuerza en el Señor” para combatir contra el que domina el mundo de tinieblas que los rodea.

¿Cuáles son nuestras tinieblas hoy como sociedad, como comunidad? Démonos un tiempo para vernos a la distancia e imaginarnos ante esas tinieblas. ¿Las vemos? ¿Las enfrentamos? ¿Estamos escondidos esperando que pasen?

Si nos disponemos a enfrentar las tinieblas que nos rodean, tinieblas que se han encarnado en formas económicas, sociales y políticas que promueven la muerte de los débiles, el sufrimientos de millones de hermanos y hermanas… si efectivamente vamos a enfrentarlas como comunidad de cristianos, entonces necesitamos rodearnos de la verdad en este tiempo de mentiras mediáticas y cortinas de humo;

necesitamos buscar la justicia para “vivir seguros” en lugar de apostar a la represión de las armas;

necesitamos asumir el anuncio del evangelio de la paz de forma militante, entusiasta, apasionada;necesitamos que nuestra fe y nuestra salvación ocupen y guíen nuestros pensamientos y acciones;

necesitamos que el único arma que estemos dispuestos a usar sea la palabra de Dios.

Palabra siempre verdadera, que busca la justicia, que anuncia la paz y nos consuela en todo tiempo.

Peter Rochón

Efesios 6,10-17

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