Pero en aquellos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias que están en los cielos serán conmovidas.

Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en las nubes con gran poder y gloria. Y entonces enviará sus ángeles, y juntará

a sus escogidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.

Marcos 13,24-27

El fin del mundo. Tantas veces anunciado por oportunistas para sacar provecho económico de quienes por algún motivo temen enfrentarse al fin de los tiempos. Recuerdo que de niño estaba impactado por uno de esos anuncios catastróficos. Y además porque solo serían rescatados unos 144.000. Nada pasó por cierto pero muchos por temor se suicidaron otros donaron a ese grupo religioso sus bienes… en fin, buen negocio para los pícaros, negocio que de miles de formas se sigue practicando hasta el día de hoy.

Ya de muy niño aprendí a descreer de esos anuncios y de no PREocuparme de cómo o cuándo sería esa catástrofe del fin de los tiempos sino más bien cómo transitar en el día a día ese camino que me lleva inevitablemente hacia el final de mi vida, con o sin catástrofe. El creador en su gran sabiduría es el único que sabe ese tiempo, tiempo de gracia de toda una vida para hacer Su voluntad dejando de lado miedos absurdos y angustias que no hacen otra cosa que anular nuestra voluntad.

Venga a nosotros tu Reino, rezamos y aunque a veces repetimos esa frase sin que nos parezca tan importante habla justamente de cómo transitamos en este mundo, buscando los valores del Reino, paz, amor, justicia, etc.

Mientras nuestra ocupación sea transitar y lo hagamos conscientes de los mandatos de Dios, no hemos de PREocuparnos de las instancias de nuestro final. El Señor estará a nuestro lado.

Marcos 13,24-27

Norberto Rasch

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