No tengas miedo, pues yo estoy contigo; no temas, pues yo soy tu Dios. Yo te doy fuerzas, yo te ayudo, yo te sostengo con mi mano victoriosa.

Isaías 41,10

Continuando la lectura de ayer leemos en Isaías 41 los versículos ocho al trece, cómo Dios apartó para sí un pueblo santo, lo llamó desde los confines de la tierra para bendecirlo, prosperarlo y protegerlo bajo su manto de amor y justicia. E invita a Israel, el pueblo escogido del Señor, a confiar y no temer.

Cuando Jesús vino a la tierra, la historia dio un giro total. Jesús vino al mundo a salvar y dar vida a todos los habitantes de los pueblos de la tierra sin excepción, a los que creen en él y su obra redentora.

También hoy su promesa sigue firme para nosotros.

Él pagó con su preciosa sangre por nuestros pecados y nos in-vita a seguirle sin volver atrás. El Señor no retarda su promesa, como muchos piensan, sino que es paciente para con nosotros porque no quiere que nadie perezca, sino que procedan al arrepentimiento para alcanzar la vida eterna: pues no quiere que nadie muera, sino que to-dos se vuelvan a Dios (2 Pedro 3,9).

Señor, ponemos en tus manos nuestras vidas, nuestras familias, amigos y hermanos en la fe, para que podamos alcanzar tu gracia.

Que todo lo que hagamos esté de acuerdo con tu voluntad. Amén.

Carlota Schwarz

Isaías 41,8-13

Compartir!

Share on facebook
Facebook
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn
Share on whatsapp
WhatsApp
Share on email
Email
Share on print
Print